Tercer verso
El carro del discernimiento
Terminaba el segundo verso con: “¿Quién, entonces, conoce donde está EL, en quien todo desaparece y en quien la muerte es absorbida?”
En definitiva saber donde se halla el fin de todas las búsquedas, “Aquello” por lo que nos afanamos tanto cada día, Aquella Suprema Verdad que disuelva para siempre todas las preguntas y los enigmas creados por la mentalidad humana y que inevitablemente requieren por lo tanto toda nuestra atención.
Continuamos entonces con el tercer verso con el que he titulado “El carro del discernimiento”, y es que sin este discernir lo verdadero de lo falso, jamás podremos alcanzar ningún conocimiento posible, pues es preciso encontrar el alimento de lo cosechado, separando el grano de la paja, clarificar bien el horizonte del campo de las ideas. El mundo de las ideas y su primer actor la mente, se representan en el verso, como un campo de batalla y una inminente guerra, de la que debemos salir victoriosos o ser derrotados. Por lo tanto la primera herramienta que debemos alcanzar para la batalla diaria, es el arma eficaz del discernimiento, ver con exquisita claridad la principal herramienta, que nos conduzca hacia el conocimiento.
Tres puntos principales hay que observar en este tratado:
1. El Conocimiento de la importancia del lugar o campo donde los actores entran en juego.
2. La Grandeza y la Divinidad de los verdaderos propósitos que se buscan alcanzar.
3. La Serenidad equilibrada que nos proporciona una mente tranquila, que pueda “deducir bien” como y donde encontrar lo que andamos buscando.
“¡Levántate y despierta! Ahora que has obtenido tus deseos ¡Compréndelos! Tan difícil como pasar por el afilado filo de la navaja, así de duro es este camino hacia el Ser.”
”Dicen las Escrituras: “Entra por la puerta estrecha, si quieres alcanzar Sabiduría”. Evidentemente no todos los días estamos lúcidos y con las ideas bien claras, pues estamos situados y conformados en el mundo de la polaridad, por ello es tan difícil mantener constantemente un equilibrio mental. En los mundos de la conciencia espiritual sucede lo mismo por esto se comenta lo del filo de la navaja o lo que es lo mismo, la puerta que se nos presenta es muy estrecha para estar en el centro, por lo mismo un día podríamos citar los más bellos versos y al día siguiente caer en una depresión.
Lo más importante a destacar en este verso, es el de adquirir el conocimiento mismo de la situación en la que nos encontramos. Diversas son las creencias y modalidades que conforman nuestra comprensión del mundo que nos rodea, pues muchas son las manifestaciones de la mente, tantas como egos hay encarnados, pero la primera piedra que debemos poner en la obra, es llegar a comprender verdaderamente “que es la mente”. Comprender no significa saber, si bien pueden resultar análogas, no son iguales, así que cuando comenzamos a trabajar con las ideas, muchas veces no terminamos de entender bien, no terminamos de comprender en toda su amplitud el objeto en «sí mismo». Esta actitud la podemos denominar como una cierta forma de Fe, o sea “creer en algo sin ver realmente lo que es”. Esta es la puerta estrecha que nos conduce al discernimiento. El primer paso para llegar a comprender algo es poner en juego esta “fe o creencia”, que nos permita alcanzar a comprender más tarde y en esto, las religiones son un buen aliado para muchas de las mentes que tienen fe y tiempo para comprender mas adelante.
En este campo de trabajo del Kata Upanishads, encontramos una sublime analogía – también la encontramos en el poema “Bhagavad Gita”,- en donde el Verdadero Conocedor (Krishna) aconseja al auriga (Arjuna) el intelecto de cada uno de nosotros. En el campo de batalla subidos en el carro (nuestro cuerpo) llevado por caballos (los sentidos) que si bien deben ser controlados y guiados por la mente (las riendas), acaban por llevarnos casi siempre a verdaderos fregados cada día. Una mente controlada es un precioso aliado para llevar a buen término cualquier trabajo. El problema no son los caballos, tampoco la falta de pericia con las riendas, pues con el tiempo podríamos llegar a dominarlos algún día, no, el verdadero problema es que llevados por una falsa perspectiva de “grado o de situación” de la atención, que deviene y produce las dudas, nos vemos alejados y confusos en el campo de batalla.
La duda pues, es el mayor enemigo que podemos enfrentar, porque se viste con diversos ropajes y se pronuncia con diferentes personajes o de innumerables ejércitos. Los mayores conflictos se dan cuando nos invaden las incertidumbres y las falsas opiniones, por esto es tan difícil tomar las riendas que nos permitan gobernarnos bien en el combate, porque en definitiva hemos perdido de vista toda “nuestra Grandeza Interior”. ¿Cómo podemos explicar esto? La mayoría de nosotros andamos por la vida con ropajes adaptados al tiempo y a las circunstancias, por esto mismo nuestras obras son, algo así como derrotas, o al menos, una pobre comedia de actores de segunda fila. Por ello debemos tener siempre presente nuestra condición divina y tener la “capacidad de ver”, que la mayor parte de nuestros pensamientos y sus acciones, por lo general, están situados para y por nuestro “pequeño ego humano”. Es el mismo que nos permite estar por casa cada día y el que determina nuestra conducta en “el aquí y en el ahora”, porque no olvidemos esta otra enseñanza de que “Somos aquello que hemos pensado” puesto que la mayoría de nosotros así andamos y que incluso, la mayoría nos hemos dejado llevar a “ser pensados por otros” mediante la educación cómoda de la era actual.
Nos urge pues cambiar esta polaridad, y para poder pensar por uno mismo, es coger en serio, las riendas de todos nuestros sentidos, ideas y conductas que, de por sí misma acaban ejerciendo su poder inmediato en el acto y no dejarnos llevar por un impulso o sentimiento ciego, o que en un determinado momento, ahoguemos una buena acción. En una palabra, la mayoría de las veces solemos actuar de una manera mediocre o lentamente, es obvio de que se trata de haber perdido de vista al “Verdadero Actor” de nuestra existencia real, el mismo que como la buena y armónica nota musical proveniente de la Grandeza del Concierto Universal se percibe como algo positivo en nosotros. Como habíamos mencionado arriba en el primer punto encontrado en este verso, es el del Conocimiento mismo, que nos permite ver nuestra Grandeza y que juntos ambos conceptos nos llevan a alcanzar la tan buscada y deseada Serenidad.
La noche serena para un buen descanso, se vislumbra en el horizonte de una Mente que dirige bien al primer trabajo o batalla, que es ponernos en marcha y en el camino de la búsqueda de nosotros mismos, pero ¿dónde encontrarla? Lo primero que buscaremos es la certeza que disipa todas las dudas, mediante el discernimiento, que nos permita saber en primer lugar, que nos falta el conocimiento necesario que nos permita la serenidad de encontrarnos a nosotros mismos.
Muy difícil de dominar es la mente, sobre todo para la generalidad de nosotros los hombres occidentales, pues estamos en un mundo donde se premian las llamadas exteriores, que hacen que nuestros sentidos se dispersen ante tan variadas y diversas emociones que nos trae el medio. A la mente de este modo, le es muy difícil sujetar las riendas, y los caballos de la personalidad terminan por volverse desobedientes y rebeldes hacia las cosas serias y verdaderas.
Es preciso comprender que hay que buscar y encontrar “la atención continua”, tan difícil de ver y mantener, en todos los fenómenos que nos aparecen en nuestro horizonte humano. Citando a Platón en el Mito de la Caverna, nos muestra a “la condición humana” muy entretenida y apegada ante las sombras y proyecciones reflejadas en el fondo de dicha caverna, las mismas que se toman por realidades siendo, como lo cuenta el relato solo sombras. Pero que sean “sombras nada más” al pasarlas y repetirlas por nuestra mente una y miles de veces se tornan para nosotros verdaderas realidades. Son las sensaciones externas (los sentidos) que nos tiene motivados de por vida y enganchados a las innúmeras llamadas del fondo de la pantalla, de nuestras propias realidades. Cuando se ha dicho que es muy difícil de hallar la puerta estrecha, que nos conduzca hacia la salida, hacia la verdadera luz, a la Sabiduría misma es, porque no encontramos el motivo y la sed necesaria para decir ¡Basta ya! y poder darnos la vuelta, de este modo girar nuestro órgano interior hacia la verdad misma. Es una victoria el dejar el mundo de las opiniones y comenzar de verdad a escalar hacia las posibilidades de encontrar al verdadero Ser, es la búsqueda del sendero o camino que nos conduzca hacia la puerta que hay que cruzar para salir de nuestra ignorancia.
Tal vez el Maestro Sócrates acertó en su regalo, cuando nos dijo ¡Tan solo sé que no sé nada! Quizás como un verdadero vidente, dispuso esta “negación inmortal” para que cada uno de nosotros nos situemos y digamos lo mismo, al menos llegar a poder sentir en libertad, que en realidad bien “poco o nada sabemos”. Sentir esta posición, intelectualmente hablando, es un gran paso para comenzar de verdad, para buscar más allá de lo que ahora mismo creemos que sabemos, que en verdad, por lo general, es bien poco.
Por esto mismo, los Maestros son tan necesarios y vendrán de nuevo a enseñarnos el verdadero camino de la Vida, el camino hacia la libertad de nosotros mismos. Es cierto que somos “dioses encadenados” y necesitamos las herramientas que nos permitan “soltarnos” de la ignorancia, de lo transitorio y poder dominar los deseos, que como unos caballos desobedientes nos afligen cada día. El trabajo o en este caso la batalla, consiste en sujetar correctamente las riendas y poner a la mente hacia la dirección correcta, que es primordialmente hacia el encuentro y hallazgo de la Verdad. Así pues, mediante la disciplina de una mente ordenada como herramienta, que pueda discernir bien, al menos diferenciar lo blanco de lo negro, constituye y es el centro de este verso. Se trata de ponerse en marcha, caminar hacia adelante sin dudar, mediante la disciplina de lo que en Oriente denominan con la palabra Viveka o discernimiento.
En los próximos versos vamos a tratar de descubrir – si Dios lo quiere mediante su Gracia – como es el denominado camino del Yoga o dicho de otro modo, poder encontrar el camino al Discernimiento que nos ayude en la buena dirección y hacia la libertad de nosotros mismos.
¡Oh Maravilloso Espacio! ¿Qué nos guardas a los humanos que tan lejos Te hallas de nuestros pequeños y cansados pies?
¿Podrá el hombre mortal, algún día poder ir hasta Ti, hacia el Fin de tus Confines?
¿Tal vez Te alcancemos en adelante, cuando nosotros mismos nos realicemos como eres Tú, Inmenso e Inconmensurable serenidad?
Zharten

No olvidemos esta otra enseñanza de que “Somos aquello que hemos pensado” y la mayoría de nosotros nos hemos dejado incluso “ser pensados por otros» mediante la educación de la era actual.